Fabián Casas

Aira, autor de ciencia micción

Para ser honesto, la única crítica sincera que existe para dar cuenta del libro de César Aira que tengo en mis manos es, simplemente, transcribir por completo el texto original, sin ningún agregado. Pero eso tiene dos problemas: el primero es que el texto original de Aira superaría el espacio asignado para las críticas de libros. El segundo es que me pagan por escribir, no por transcribir. Y yo tengo que mantener a mi familia. Así que estas líneas surgen de una imposibilidad, de una derrota. Lo que se va a leer es el merodeo parasitario en torno a un escrito de César Aira.

El libro en cuestión es de formato pequeño, de bolsillo, pero de tapa dura, con lomo, y llega a las cien páginas. La tapa está ilustrada con una foto del mingitorio blanco de Duchamp, sobre fondo negro: a primera vista, de lejos, pensé que era el casco blanco de uno de los soldados del imperio que comanda Darth Vader, pero no, era Duchamp. Fue editado por Mondadori, una de las muchas editoriales que publican los trabajos de Aira (cuando se piensa en términos de mercado editorial siempre se aconseja –lo dicen los editores– que los libros de un autor estén en un solo sello). Esto, explican, potencia la obra del autor en cuestión y ordena al posible lector. La máxima expresión de esta estrategia sería la creación de las “bibliotecas”, la “Biblioteca Borges”, la “Biblioteca Vargas Llosa”, pero la obra de Aira se resiste a esta secuencia: él publica muchos libros en editoriales grandes y en editoriales muy chicas. Algunas, casi al borde de la invisibilidad. La máxima pretensión de la obra de Aira –pero tal vez no de César– es que exista un lector que pueda unir toda la obra en su mente, ya que tanto el libro más pequeño en hojas como el más voluminoso de este autor tienen el mismo valor. No hay extracto de la obra de Aira que se pueda evaluar solamente en sí mismo, el texto pide que se lo evalúe como un continuo, cada libro de Aira que no entendés, que te parece un mal chiste o insuficiente, está potenciado por los libros que no pudiste leer y que lo complementan y expanden en un presente constante, como les pasa a los actores del teatro Noh japonés que siempre están iluminados en escena, vayan por donde vayan.

Sigamos. El libro en cuestión consta de dos textos y el título da cuenta perfecta de su literalidad física: Sobre el arte contemporáneo seguido de En La Habana. El primero es un ensayo de Aira, una ponencia, leída en la jornada inaugural del coloquio Artescrituras que sucedió en Madrid en algún momento de octubre de 2010. El segundo texto da cuenta de una visita a Cuba en el mes de mayo de 2000. En una hoja preliminar, tal vez escrita por el mismo autor, tal vez por un editor especializado, se informa que los dos textos responden a los mismos intereses pero se advierte que estos –los intereses– no son ni los del crítico de arte ni los del cronista viajero. De esta manera ya sabemos que Aira no se especializa en nada y que escribe desde la libertad absoluta del flâneur irresponsable. Aira pone siempre en tensión la idea del escritor serio, la idea romántica del hombre de oficio que escribe en su torre de marfil o del escritor maldito que escribe en sórdidas piezas de pensión.

 

Fabián Casas es escritor. Su última novela es Titanes del coco (Emecé, 2015). Este año publicó en la misma editorial Diarios de la edad del pavo.

Si desea leer la nota completa, suscríbase.